La edad no debe ser un impedimento para realizar ejercicio. Si bien es verdad que con la edad nuestra salud es más delicada, es precisamente la práctica de ejercicio la que ayuda a que ésta no se deteriore. Antes de practicar cualquier ejercicio es fundamental preguntar a un profesional sanitario cuáles son los ejercicios más adecuados a nuestra condición física personal y a nuestro estado de salud. Si acudimos a un centro deportivo, también podemos pedir consejo a un entrenador personal para que nos ayude a confeccionar una tabla de ejercicios.
Realizar ejercicio físico tiene muchos efectos beneficiosos, uno de los más importantes es que fortalece nuestros huesos y músculos, lo que a su vez nos ayudará a evitar caídas y fracturas. Además del componente físico, es importante destacar también el factor social ya que puede ser una buena manera de salir de casa, relacionarse y así evitar la soledad. También tiene beneficios psicológicos, ya que aumenta la autoestima, disminuye la ansiedad y ayuda a conciliar el sueño. Tanto en un sentido como en otro, el ejercicio físico contribuye a mejorar nuestra calidad de vida.
Consejos básicos para practicar ejercicio físico a partir de los 60:
- Dedicar 5 o 10 minutos a calentar el cuerpo
- Adapta los ejercicios a tu ritmo, ¡no es necesario batir ningún récord!
- Bebe agua con regularidad
- Cuida tu respiración: intenta mantener una respiración continuada, sin sobresaltos
- Si te cansas demasiado, puedes probar a distribuir el ejercicio a lo largo del día (por ejemplo, paseos de 10 minutos)
- Sé constante para que practicar ejercicio se convierta en un hábito beneficioso para tu salud.
¿Qué ejercicios son más adecuados a partir de los 60 años?
Cualquier ejercicio que nos motive, nos ilusione y nos divierta sería válido, pero también es cierto que existe un conjunto de ejercicios más recomendados cuando nos movemos en esta edad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) apunta que este grupo poblacional debe practicar alrededor de 150 minutos semanales en total de actividad aeróbica moderada (caminar rápido, nadar, paseos en bicicleta…), o 75 minutos semanales de actividad aeróbica intensa (bailar, correr, etc.), o bien la combinación de ambas. Para mayor beneficio se podría llegar a 300 y 150 minutos, respectivamente, incluyendo, dos o tres veces por semana, actividades que fortalezcan el aparato locomotor, y tres veces por semana actividades para mejorar el equilibrio y la flexibilidad.
Con la práctica regular de ejercicio físico y una alimentación equilibrada ayudaremos a nuestro cuerpo a hacer frente a los retos propios de la edad.