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Ejercicio físico como prevención de la fragilidad y la incontinencia

La fragilidad y la incontinencia urinaria (IU) son dos grandes síndromes geriátricos. La fragilidad genera un aumento de la vulnerabilidad y, por lo tanto, incrementa el riesgo de padecer eventos adversos como procesos infecciosos, caídas, discapacidad, declinar funcional y cognitivo; conllevando un incremento del riesgo de ingresos hospitalarios, institucionalización o mortalidad.

La fragilidad es potencialmente reversible, siendo clave su diagnóstico precoz para intervenir tempranamente, fundamentalmente desde la perspectiva del ejercicio físico.

Como se ha comentado previamente en otras entradas de este blog, la incontinencia urinaria (IU) consiste en la falta de control voluntario en la micción; siendo un marcador temprano de fragilidad. Ambos términos tienen una relación bidireccional y su presencia combinada duplica el riesgo de deterioro funcional y discapacidad. Asimismo, conllevan un aumento del número de fármacos prescritos, con la posibilidad de que generen interacciones y agraven los síntomas de la IU.

Para prevenir la fragilidad es importante mantener un estilo de vida sano, en el que la actividad física regular sea un punto importante. Cabe destacar que, en adultos mayores que han sido tradicionalmente sedentarios a lo largo de su vida, el inicio de la práctica física regular consigue en poco tiempo importantes efectos positivos sobre la salud. Gracias a la práctica de ejercicio físico regular es posible prevenir el deterioro de la funcionalidad, especialmente el referido a la independencia en actividades de la vida diaria. El ejercicio físico debe combinar el entrenamiento de la resistencia (caminar, nadar, ciclismo estático o dinámico), potencia muscular y equilibrio. Gracias a estos programas se mantiene la funcionalidad, se disminuye el riesgo de caídas y de IU; debido al mantenimiento de una masa y fuerza muscular adecuada. Asimismo, la práctica de ejercicio físico previene los problemas de peso, o los soluciona, mejorando el balance entre masa magra y masa grasa y reduciendo el riesgo de eventos agudos vasculares como la cardiopatía isquémica o los eventos cerebrovasculares agudos.

Asimismo, la realización regular de ejercicio físico tiene un comportamiento bidireccional con la incontinencia urinaria (IU), previniendo, mejorando o agravando la IU, dependiendo del tipo de ejercicio que se realiza. Por ejemplo, ejercicios como saltar, correr, o ciertos movimientos pélvicos como las sentadillas, pueden agravar los síntomas de IU. Por el contrario, una reciente revisión sistemática encontró que el sedentarismo incrementa el riesgo de IU y ejercicios como caminar u otras actividades físicas de intensidad moderada o vigorosa pueden prevenir la IU. Esto es debido a que el ejercicio puede aumentar la masa y la fuerza de los músculos del suelo pélvico, reduciendo los episodios de IU. Asimismo el ejercicio físico también contribuye a reducir los factores de riesgo asociados a la incontinencia urinaria como el sobrepeso y la obesidad, que son responsables de un aumento crónico de la presión intraabdominal dificultando el control de la musculatura pélvica. Una reciente revisión sistemática ha descrito que los programas de ejercicio físico grupal presentan un importante beneficio en la reducción de los episodios de IU. También los conocidos como programas de entrenamiento físico centrados en el  fortalecimiento muscular del suelo pélvico tienen un importante papel en la IU. Un metaanálisis ha mostrado un importante efecto beneficioso de estos programas en la reducción de la IU de estrés.

La práctica de ejercicio físico de forma regular, combinando ejercicios de resistencia y potencia muscular junto a ejercicios de equilibrio y propiocepción, previene la presencia de fragilidad, discapacidad y dependencia en el adulto mayor. Por ello, es recomendable la práctica de un mínimo de cinco horas a la semana en adultos mayores, individualizando las cargas de los ejercicios a la situación inicial del adulto. Como decía la sentencia de Décimo Junio Juvenal “mens sana in corpore sano” y mejor que cualquier fármaco prescrito, el ejercicio físico nos va a permitir gozar de un buen estado de salud.

 

By: Marina Sánchez Latorre
Residente de Geriatría. Servicio de Geriatría del Complejo Hospitalario de Navarra.
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