En el año 1948, la OMS definió la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esta definición fue revolucionaria en su momento por tener en cuenta no sólo la ausencia de enfermedad sino también la parte mental y social. Sin embargo, con el paso de los años, esta concepción de la salud parece que se queda corta y el adjetivo que suscita más controversia es “completo” que hace referencia al bienestar. Este concepto implicaría que la mayoría de la población siempre tendría mala salud.
Los expertos coinciden en reformular la definición entendiendo la salud como la capacidad de adaptación (el organismo responde ante la amenaza de daño y restablece el equilibrio) y autogestión (organizar la vida personal con cierta independencia aun padeciendo alguna enfermedad). Pongamos un ejemplo, la celiaquía es una enfermedad crónica pero una persona celíaca puede gozar de un buen estado de salud siguiendo determinadas pautas de alimentación.
En este sentido, los factores personales, sociales y culturales también estarían implicados en el concepto salud. Por ello, es importante saber que los diferentes estados de ánimo pueden facilitar o dificultar la manera en que las personas se desenvuelven en su vida cotidiana.
En particular, el estado emocional en el que se encuentra cada persona influye en la manera como se desarrolla una enfermedad. En este sentido, una enfermedad puede tener manifestaciones diversas en función de como cada persona la afronta emocionalmente.
Estrés y depresión, enemigos para nuestra salud
En los tiempos actuales, el estrés es uno de los estados psicológicos más dañinos para nuestra salud. También lo es la depresión ya que si nuestro estado anímico es bajo nos faltarán fuerzas para luchar contra una enfermedad. De la misma manera, personas que padecen trastornos depresivos pierden el interés de realizar actividades cotidianas porque se encuentran tristes, con baja autoestima y les cuesta mucho concentrarse y tomar sus propias decisiones.
Si bien es cierto que el estrés no distingue entre hombres y mujeres, es en las mujeres que tiene unas manifestaciones específicas:
- Alteraciones en los ciclos hormonales e incluso amenorrea, desaparición de la menstruación.
- Trastornos en el deseo sexual: los dolores de cabeza, el cansancio y la tensión muscular repercuten en un descenso de la libido.
- Problemas en la piel: irritaciones, dermatitis, etc.
- Aparición o agravamiento de las pérdidas de orina: es conveniente no abrumarnos y buscar soluciones que nos ayuden a sobrellevar esta situación. Un primer paso es consultar a un profesional sanitario quien nos ayudará y dará unas pautas a seguir.
En todos los casos, es muy necesario siempre acudir a profesionales de salud que ayuden a manejar esos estados que se puedan presentar, ofreciendo pautas a seguir que nos ayuden a recuperar las riendas de nuestras vidas.
Y ¿qué ocurre cuando sucede lo contrario y nos encontramos felices y con buen humor? ¿Influyen de manera positiva en nuestra salud?
Según la literatura científica, los estados de ánimo positivos potencian la salud y el bienestar.
‘A mayor optimismo, mayor bienestar’, porque ser optimista, tener esperanza ayuda a las personas a saber manejar su estrés y ansiedad y a saber enfrentarse a diferentes situaciones que se puedan presentar durante la vida. Por lo que nuestro estado de ánimo, no sólo nos ayuda mentalmente a sobrellevar mejor cualquier enfermedad si no también influye en la recuperación de éstas.